Omar, Emir de un lejano pueblo de oriente, ( llamado el justo, el piadoso), estaba paseando por los jardines de su palacio mientras trataba importantes asuntos de estado con su Primer Ministro.

Yusuf, apodado el cruel, era la persona más odiada por el pueblo, al cual tenía amedrentado, debido a la crueldad de las torturas que inflingía, después de acusar de falsos delitos a los ciudadanos, solo para cobrar cuantiosos chantajes.

De pronto, Omar, vio un destello que salía de unos arbustos.

Se trataba de  un objeto que despedía un brillo cegador.

Mandó recogerlo a su secretario,

El objeto resultó ser un simple cristal redondo, de color ámbar, con la forma de una lente, que con el reflejo del sol había despedido aquellos destellos.

El Emir se acercó el cristal a los ojos para observarlo mejor y quedo atónito al ver a través del mismo una escena que le sobresaltó.

Comenzó a ponerse pálido, casi pierde el sentido. Lo cual no pasó inadvertido a Yusuf.

Como en una revelación pudo ver la siguiente escena: Su Primer Ministro vaciaba en una taza de te un polvo blanquecino que guardaba oculto en una gran sortija que lucía en el dedo anular de la mano izquierda y se la ofrecía, mientras esbozaba una maléfica sonrisa.

Una vez repuesto del susto y sin decir nada a su primer ministro comenzó a tomar medidas de seguridad.

La comida y la bebida eran probadas antes por un sirviente. A la puerta de sus aposentos había siempre una guardia. En sus desplazamientos iba siempre bien custodiado.

Y como última medida dejó paulatinamente de confiar los secretos de estado a su ministro.

Yusuf  intrigado por la repentina falta de confianza de su Señor asoció estos hechos al hallazgo del cristal color ámbar y pudo observar como Omar lo había hecho engarzar en oro convirtiéndolo en una hermoso colgante y lo llevaba siempre al cuello pendiente de una hermosa cadena.

Solía mirar a través del mismo con frecuencia y tomaba determinaciones y actitudes por sorpresa. Como adelantándose a los acontecimientos.

Pasado el tiempo un día le dijo a su señor: ¿qué observáis a través del cristal?

-dejadme mirar a mi también- 

Con sorpresa para Yusuf el Emir se lo permitió, ofreciéndole la joya

Cual sería su estupor cuando vio la siguiente escena:

En el centro de la plaza de la ciudad estaba él de rodillas, las manos atadas a la espalda, la cabeza inclinada y el verdugo, blandiendo un gran alfanje, esperando la orden del Emir para decapitarlo.

Comprendiendo su maldad pidió perdón a su señor, el cual, compasivo le perdonó la vida pero mandó desterrarle.

Yusuf arrepentido se dedicó, con el dinero que había conseguido mediante la extorsión, a remediar las calamidades del pueblo.

Pasado el tiempo el Emir, lleno de misericordia, le permitió volver a su emirato.

Donde vivió hasta envejecer, dedicado a hacer el bien a los demás.